miércoles, 19 de septiembre de 2012

Marta Aldaya

Cada día en este mundo es una aventura, y en esa aventura, siempre te vas a encontrar con gente nueva. Muchos de ellos, pasaran totalmente desapercibidos, sin embargo hay otros que dejan una huella, sin saber porque.

Ese fue tu caso. Nos cruzamos un día, hace muchos años, y sin darme cuenta, dejaste una huella en mí, una huella que con el paso del tiempo se ha convertido en una huella sólida y con unas fuertes raíces.

No voy a negar que eres uno de los pilares de mi vida, junto con Laura, tu hermana, mi mujer. Contigo he reído y he llorado. Tú me has aconsejado y me has reñido, como la que más, cuando no he hecho las cosas correctamente. Pero siempre has estado ahí, aconsejándome, animándome, apoyándome….

Lo hemos pasado mal días atrás, pero siempre te he notado cerca, a mi lado, a pesar de la distancia física que había entre nosotros. Tu aliento, es el que me ha sacado muchos días del hoyo en el que estaba metido…. Hoy, las cosas han cambiado y estoy feliz. Estamos felices, pero te sigo notando tan cerca como días atrás. Y no todo el mundo hace eso.

Por eso, te estoy eternamente agradecido. Gracias por estar ahí, por formar parte de mi vida; por dejar que forme parte de la tuya. Gracias por ser como eres. Gracias por tu amistad incondicional.

Gracias por todo eso, Martita!!!!

1 comentario:

  1. Tenemos muchisima suerte por poder contar con ella. Nuestra vida no sería igual sin esa brujita morena que tanto queremos! :)

    ResponderEliminar