Que decir de México que no haya dicho ya. Esta ciudad siempre será especial para nosotros, por todo lo que ello conlleva. Pero es que, además, México es lo que mejor se parece al paraíso: playas de arena blanca y agua cristalina, Palmeras, silencio, gente amable y simpática, buena comida, mejores bebidas…. Que mas se puede pedir?
Así que, aprovechando estos días de descanso que tengo entre gira y gira, nos hemos venido a pasar unos días a nuestra segunda ciudad. El día a día es tranquilo y relajado. Nos levantamos sin prisa, y desayunamos antes de bajar a la playa, para que Miguel y Javier disfruten del agua y de la arena, mientras sus padres disfrutan del sol. La comida, al igual que la cena, la hacemos en familia, los cinco juntos. Si, porque ya somos cinco, porque el que viene de camino empieza a comer por dos.
Tras la comida, solemos pasarnos por al universidad para estudiar un poco y mejorar habilidades. No todo va a ser ocio, y más ahora que nuestras respectivas carreras empiezan a coger velocidad.
Al terminar las clases, nos vamos a casa a disfrutar de los pequeños y jugar con ellos a lo que quieran. Miguel disfruta muchísimo jugando con su hermano, haciendo de hermano mayor. Cada vez que los miro a los dos, me voy cuenta de que el tiempo pasa, a pasos agigantados.
Con al llegada de la noche, y tras acostar a los niños, viene el mejor momento del día. Disfrutar con mi mujer de una buena película, acompañada de un gran bol de palomitas y un par de cervezas, para terminar en la cama, abrazados y con un beso de buenas noches. Sin duda, lo mejor del día. Y es que, Laura, cada día te quiero mucho mas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario