martes, 4 de diciembre de 2012

Cuando falta alguien...


De cuando alguien falta y de cómo se le echa de menos.


El ser humano se diferencia del resto de los seres de este mundo por su capacidad para hablar y relacionarse entre sí. Gracias a esa habilidad puedes conocer a gente que forma parte de tu vida, bien como amigos o bien como parejas. Y es que las personas estamos hechas para vivir en sociedad y sin relaciones no se va a ningún lado.

Cuando gracias a esa capacidad de habla y relación conoces a alguien especial, tu vida se llena, pues esa persona se encarga de tapar esos huecos que tú quizás no sabías ni que existían y que, desde luego, no puedes cubrir en condiciones normales. Esa persona especial te escucha en momentos difíciles, te aconseja, te hace reír, te hace disfrutar de su compañía, convirtiéndose, poco a poco, en una parte de ti.

Y no nos damos cuenta de esa dependencia hasta que llega un momento en el que pierdes el contacto con esa persona tan especial. En ese instante, te das cuenta de que, por muchos amigos que tengas, en tu vida hay huecos que no puedes cubrir, te das cuenta del silencio que hay a tu alrededor, de lo frío que es dormir solo o lo difícil que es tomar una decisión importante sin alguien que te apoye.

Cuando sientes todo eso, sin lugar a dudas, la soledad se ha apoderado de ti y forma parte de tu vida, provocando un vacío enorme a tu alrededor y haciendo que el frío se haga cada día mas notable. Son días oscuros, tristes, sin que la luz del sol brille en el cielo.

Por desgracia hoy no lo teorizo, por desgracia hoy me toca vivirlo en mis propias carnes... y no estoy solo. Sin duda, ella ha marcado la vida de mucha gente, no solo la mía, y son muchos los huecos que ha dejado vacíos. Estoy seguro de que son muchos los lectores de esta revista que echan de menos sus artículos y sus opiniones, lo mismo que los amigos que esperan verla abrir los ojos y sonreír.

Afortunadamente, sabemos que solo es una etapa transitoria y que volverá a deleitarnos con sus risas, sus comentarios, sus gestos de cariño. Volverá a llenar páginas y paginas de esta maravillosa revista y volverá para disfrutar de su hijo y verlo crecer.

Y en estos momentos, no puedo evitar pensar en cómo tiene uno que sentirse cuando sabe que no hay vuelta atrás, que, al contrario que en mi caso, no es algo transitorio, sino que jamás volverá a ver una sonrisa que le es querida, a oir una voz que le calma o a compartir tantas risas, caricias, momentos importantes, suspiros, miradas, camino... ¿Qué siente uno cuando su compañero de viaje ya no está y sabe que la ausencia es un parasiempre?

Publicado en el número 416 de la Edición de Madrid.

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