martes, 4 de diciembre de 2012

Estocolmo

Una historia de amor con un final a los pies del monolito Frank.
Nunca había oído hablar de Frank, hasta el día en que apareciste en mi vida. Estaba en casa de mamá cuando llegaste y nos presentó: Manu, ésta es tu hermana Laura que ha estado estudiando fuera, me dijo. Después, tu curiosidad te llevó a preguntarle a mamá por el famoso monolito de Frank y ella nos contó la historia de las estrellas.

Poco después, mamá se fue a Florida y cada uno hizo su vida, aunque siempre estabas ahí cuando lo necesitaba. Durante todo este tiempo has sido mi confesora, el hombro en el que he llorado y la persona con la que he compartido miles de secretos y de sonrisas.

Y, de repente, una desilusión amorosa unida a una monotonía matrimonial y las dudas sobre mi futuro, provocaron que todo cambiara rápidamente a nuestro alrededor. Los felices días que vivíamos se tornaron en negras nubes de tormenta, que terminaron con nuestras respectivas relaciones sentimentales... Y seguimos apoyándonos el uno al otro como los grandes amigos que éramos.

La boda de una amiga común, unos días de relax en las playas de México y el descubrimiento de unos documentos de mamá que decían que éramos adoptados hicieron que algo surgiera en nosotros, algo que cada día ha ido creciendo y creciendo, hasta convertirse en el amor que siento por ti.

En Madrid, hemos reformado nuestros apartamentos, uniéndolos en uno solo, donde vivimos felices en compañía de nuestros cachorros. Y días atrás, Frank volvió a aparecer en nuestras vidas.

Estábamos en el sillon viendo una película y comiendo una deliciosa tarta de manzana cuando me preguntaste:

-¿Y si vamos de excursión a Estocolmo y vemos el monolito a Frank? Seria nuestro primer viaje juntos y veríamos si es cierta la historia que mama nos contó.

Y hasta Estocolmo viajamos en compañía de nuestros inseparables cachorros. Tras pasar el día paseando por sus calles, coincidiendo con muchos amigos, aquí estamos, tú y yo, en el Skogskyrkogården, bajo el monolito dedicado a Frank, que aunque parezca hueco, está lleno de estrellas. Sin duda, un lugar celestial y maravilloso, el lugar ideal para preguntarte: ¿Quieres casarte conmigo?


Publicado en el número 406 de la Edición de Madrid.

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