martes, 4 de diciembre de 2012

Dos gotas de agua


Experiencias y vivencias de dos personas que son algo mas.


En este mundo hay miles y miles de personas, cada una de ellas con sentimientos y características distintas. Es, por ello, muy difícil encontrar a una persona que sea, en todo lo posible, lo más parecida a ti.

Se habla mucho en los círculos amorosos de la media naranja, pero siempre he pensado que ese término, como tal, no existía. Pensaba que era totalmente imposible que todos tuviéramos una en este mundo y que, en el caso de que existiera, nuestros caminos pudieran cruzarse.

Pero la experiencia personal me ha hecho darme cuenta de que estaba equivocado, porque yo no he encontrado a mi media naranja, sino a mi gota de agua. Esa persona que es igual que tú y que completa lo que le falta a tu vida.

Nos conocimos hace poco más de cuatro años, el día en que me regalo una tarta para que celebrase mi aniversario. Desde entonces nuestra amistad fue creciendo y creciendo sobre unos fuertes cimientos. Nos contábamos casi todo lo que hacíamos, lo que pensábamos y lo que sentíamos.

Juntos nos sobrepusimos a momentos muy difíciles y, poco a poco, surgió entre nosotros algo más que amistad. Fue tras la boda de su mejor amiga, en un paraje paradisíaco y unas playas de arena blanca y aguas cristalinas. Después vinieron nuestra boda y nuestro hijo, fruto de ese amor que nos profesamos mutuamente.

Pero la vida no siempre es un camino de rosas y, a veces, la senda se hace muy cuesta arriba, tanto que te planteas si de verdad sois esas gotas de agua, tan iguales y semejantes. Con el paso del tiempo te das cuenta de que sí, de que una gota sola no es nada sin la otra y ambas se necesitan para seguir avanzando en la vida. Continuando ese camino que les hará juntarse con otras gotas para formar un arroyo que terminara en un precioso río y les llevara al mar, donde serán felices para siempre...


Publicado en el número 428 de la Edición de Madrid.

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